Oraciones parroquiales

2020-08-06

Contenido

prayer to the virgin of hope

Entonces, rezar con María y la cruz es confiar en que el amor misericordioso de Dios conquistará el mundo. Necesitamos más personas hoy que se unan a Nuestra Santísima Madre en la oración con la cruz y con los méritos infinitos de Jesús. ¿Qué más es la coronilla de la Divina Misericordia?

Santísima Virgen María de Fátima, con renovada gratitud por tu presencia maternal nos unimos a la voz de todas las generaciones que te llaman bienaventurada. Celebramos en ti las grandes obras de Dios, que no se cansa de rebajarse en misericordia sobre la humanidad, afligida por el mal y herida por el pecado, para sanarla y salvarla.

Novena a Nuestra Señora de la Esperanza

Déjame ser purificado por las penitencias de mi vida. Dame la fuerza para ser firme en mi resolución de no ofenderte más. Dame tu seguridad de gracia en mi vida para que pueda hacer resonar tu voluntad en bondad.

Dios te salve María, mujer pobre y humilde, bendita por el Altísimo. Virgen de la esperanza, amanecer de una nueva era, nos unimos a tu canto de alabanza, para celebrar la misericordia del Señor, para proclamar la venida del Reino y la plena liberación de la humanidad.

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Oraciones marianas de protección

Esto sugiere claramente una relación entre la cruz y la esperanza divina. La única imagen de la Madre y el Niño presentándonos la cruz nos enseña a aceptar nuestras cruces de la mano de Dios con confianza, con esperanza. La otra imagen nos enseña sobre el poder espiritual de rezar con la cruz e interceder ante María en situaciones desesperadas.

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Deja que el manto de tu justicia me proteja y aliente toda mi vida. ¡Oh María, ayúdanos a tus hijos a ser hombres y mujeres de esperanza! Ayúdanos a recordar esa herencia imperecedera que se nos guarda en el cielo. Ayúdanos a recordar que si sufrimos con Cristo aquí en la tierra, un día también seremos glorificados con Él en el cielo. Oh María, Madre de la Divina Esperanza, mantén esta alegría ante nosotros, para que podamos llevar fielmente nuestra cruz con Cristo y traer muchas almas con nosotros al cielo.

Toda la vida de Nuestra Señora en la tierra fue un viaje de esperanza. María confió totalmente en las promesas de Dios, pero no estuvo exenta de la tentación. Su esperanza fue probada mucho más allá de lo que tengamos que pasar. El Padre Celestial le pidió a Nuestra Señora que siguiera a su Hijo hasta la cruz. Ella se quedó allí viendo a su Hijo morir brutalmente.

No te enojes conmigo por mis pecados, mis transgresiones de virtud, mis faltas. Sé que he fallado a Tus gracias; acepta mi dolor por estas ofensas.

Reina del Santo Rosario, te has dignado venir a Fátima para revelar a los tres niños pastores los tesoros de la gracia escondidos en el Rosario. Lo pido para mayor gloria de Dios, para su propio honor y para el bien de las almas, especialmente el mío.

«Por Su dolorosa Pasión, ten piedad de nosotros y del mundo entero». ¿Qué más es el Rosario, donde rezamos horarios de misas en usa los misterios salvadores de Jesús? Y sobre todo, ¿qué más es el Santo Sacrificio de la Misa?

  • Ayúdanos a nosotros y a nuestros seres queridos a alcanzar el gozo ilimitado de estar para siempre con nuestro Padre celestial.
  • Prometemos ser fieles discípulos de Jesucristo, tu Hijo, para proclamar Su Buena Nueva del amor de Dios por todas las personas y trabajar por la paz y la justicia en nuestro mundo.
  • Concede, oh María, Auxiliadora de los cristianos, las gracias que necesitamos.
  • Con fe en tu intercesión, oramos por la Iglesia, por nuestra familia y amigos, por los pobres y abandonados, y por todos los moribundos.

Oraciones parroquiales

Los méritos de Jesucristo, Su cruz y Su Sangre son nuestra armadura de batalla para vencer el mal. Veamos ahora las dos imágenes de Nuestra Madre de la Esperanza. La presencia de la cruz en ambas imágenes es muy llamativa.

María estaba allí unida a su Hijo para ofrecer Su sacrificio y confiando en el Padre. Habiendo puesto el gozo ante ellos, Jesús y María soportaron la cruz, sin hacer caso de su vergüenza. Ninguno de nosotros tendrá que enfrentar la aparente desesperanza que María enfrentó ese día. Si tratamos de confiar solo en nuestra propia fuerza e inteligencia, muy pronto descubriremos cuán débiles y pobres somos sin la ayuda del Espíritu Santo.

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